Los políticos españoles gobiernan con uniforme: un traje, y la mayoría
de las veces mal llevado. El Parlamento no solo no es ninguna pasarela
sino que sigue muy de lejos la moda de la calle. Si los políticos no se
quitan su uniforme, el de las políticas todavía no está definido del
todo. Aquí no se presta tanta atención a esta faceta de la imagen
política como en otros países, aunque se hacen progresos.
Tiene que ser coherente, serio, dar cercanía y seguridad al que la
lleva. Esto es lo que debe buscar el estilismo gubernamental, todo
equilibrado para que el político resulte creíble.
Un político no debería ir jamás vestido a la moda, porque la moda es un
sistema con caducidad y un político no puede permitirse caducar cada
seis meses. Su objetivo es perdurar en el cargo y en el tiempo.
El atuendo de la mujer política todavía no está completamente definido. El uniforme político femenino hay que construirlo de nuevo, sentencia
Centeno. El del hombre fue creado para ellos cuando nadie imaginaba que
la mujer iba a entrar en política.
La mujer o se viste
imitando la vestimenta de sus colegas masculinos o se feminiza, las dos
opciones no eximen de juicio, siempre van a recibir críticas.
La imagen de la derecha se ha ido modernizando, sobre todo después de
que el expresidente José María Aznar comenzase a lucir una melena
informal.
En personas de más de 50 años el uniforme es más parecido, es una edad en que los cambios tampoco se aceptan tan rápidamente.
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